Por Armando Vega-Gil
Aquí no hay metáfora, es sólo el encuentro fortuito del paisaje y la acción, del hombre de la cámara que atrapa, se avergüenza y espía el valor de cambio. Detrás de esa cámara espía está Armando Vega-Gil, quien en esta ocasión capta atisbos e instantes en Álamos, la mágica ciudad de Sonora.
- Tránsito. Los restos del mundo se recortan con una cuchilla fina, erizada de espinos sombríos, son llaga en el fondo y en la superficie de la duerme vela. Álamos, Sonora.
- Valor de cambio. Aquí no hay metáfora, es sólo el encuentro fortuito del paisaje y la acción, del hombre de la cámara que atrapa, se avergüenza y espía. Álamos, Sonora.
- Suavidad. Las pieles se superponen y rechazan en una composición orgánica de adobes y cal, de abandono y presencia contundente. El recuerdo es asilo, el asilo, ausencia; la ausencia, el hombre que mira tras la cámara. Álamos, Sonora.
- La visita. Un disparo de luz en el ojo espía revienta en luces que narran, en figura y recuento, en la quietud que despierta con el polvo del sol y sus lágrimas. Álamos, Sonora.
- Quetzacóatl Tonanzin. Tez de médano, perspectiva de castigo. La divinidad transfigurada en ideas atrapadas bajo cientos de rezos y blasfemia. La pareja que huye de los dioses para volverse de ceniza. Álamos, Sonora.
- Escoria. La tierra se vacía de entrañas hacia el cielo. Plata y oro como excremento de Dios, como bolo alimenticio depurado hasta el delirio. Álamos, Sonora.
- Contraviento. Asomo. Atisbo. La mirada que se estrella y que fluye en un aliento continuo, suspendido. Ceguera y visión equilibrando la perplejidad del hombre de la cámara. Álamos, Sonora.
- Deslizamiento 1. Los fantasmas esperan por la luminosidad del cielo y las murallas. El polvo les traza una ruta, y la piel se les vuelve el testimonio de lo que jamás sucedió. Álamos, Sonora.
- Deslizamiento 2. Los fantasmas no son los muertos. Los fantasmas son la huella de vida escrita a sangre en la carne de la desmemoria. Pero esta sangre no es más que tinta y suspiros. Álamos, Sonora.
- Piel de jabón. El hombre de la cámara discute con los portales de la percepción, los agita en un catafalco de hielos y arroja su voz en los vertederos de la quietud que hospeda. Álamos, Sonora.
- Sala de emergencia. Atrapar el tiempo en un juego de sombras es mantener herida la memoria de lo que jamás se presenció, de los huesos rotos, de los tejidos infatuados y el olor a cloroformo del antier. Álamos, Sonora.
- Hambre suspendida. Platos fríos, resquebrajados. Mesa vacía. Mesa tan ausente como esos comensales que no acudirán más al llamado de los caldos que hierven, de la magia que lleva de lo crudo a lo cocido. Álamos, Sonora.