Por Armando Vega-Gil
El árbol muerto es un juguete, su sentido es de madera, juguete, reto, tiovivo donde la carne es el corcel y la noche las luces que deslumbran y, al mostrar el camino, ocultan el rumbo en el centro de un círculo vicioso. El ojo de Armando nos ofrece momentos inesperados: instantes luminosos que le ayudan a la memoria.
- El árbol de la vida. El árbol muerto es un juguete, su sentido es de madera, juguete, reto, tiovivo donde la carne es el corcel y la noche las luces que deslumbran y, al mostrar el camino, ocultan el rumbo en el centro de un círculo vicioso. Oaxaca Capital.
- Pareja celular. Miradas en ángulo perpendicular. Una mirada, la virtual, es el momento en sí, no es registro sino confirmación del aquí. La otra mirada, la real, es sospecha, miedo detrás del miedo, un atisbo sesgado de reprobación. Al final ambas serán puro olvido. Oaxaca Capital.
- Anciana con tapabocas. Entre dos espaldas azules, la madre guarda silencio, escucha el silencio. Ella es el silencio. La salud es un recuerdo, la enfermedad una forma de vida. Oaxaca Capital.
- Danzante. La música es la marcha de los pies. El canto es el bochorno del desierto. El color es el vestuario de la extinción y la amenaza. La danza es la suspensión del movimiento. La vida es una batalla perdida contra la muerte, y sin embargo, cada día es una pequeña victoria. Oaxaca Capital.
- Silla de matamoscas. Distancias de tacto, estaturas distintas, búsqueda de puertas que maten la sed y el abandono a cambio de un ciclo comercia. El arte es una forma de mendigar. Los matamoscas nos aplastan. Oaxaca Capital.
- Fluir. Fuerzas enemigas unidas por el azar de la luz. Un fulgor las cruza rumbo a los afanes de la vida cotidiana, esa que parece no ser migaja del aplastamiento. ¿Qué es el provenir? Oaxaca Capital.
- Filux. La avenida de los motores se suspende y se torna el la calle de los hombres y las mujeres. Un arcoíris te puede llevar a su punto de nacimiento y no dar a cambio ninguna bolsa de oro; porque los seres apenas somos sombras imposibilitadas de encontrar nada.
- Ángel caído. Reptar en lo mismo que volar: elevarse sobre el suelo, olfateándolo sin ninguna posibilidad de aletear. Arrastrarse es lo mismo que volar: ingravidez efímera, pisar un cielo de piedra, disolverse en la velocidad de los faros de un automóvil. Oaxaca Capital.
- Extremos. En el obligo ensangrentado de la ciudad de las sangres, la modernidad se vuelve vejestorio superviviente, y el tocado, de vestigio sin sentido, cae en la representación de un sueño de que nunca despertaremos. Ciudad de México.
- Portal de los testigos. ¿Qué es mi patria? Una pira. ¿Cómo es mi patria? Tizne ungido a un muro de piedra. ¿Dónde es mi patria? Es en los ojos de la madre y los hijos tratando de entender el caos y sus puertas cerradas.
- Observante espiado. El que observa es el observado. El que retrata es retratado. El mundo puede estallar en mil retratos intrusivos; y, sin embargo, el trabajo avanza, se construye y vale. Oaxaca Capital.
- Sobreprotección. Hurgar de miradas bajo las alas del sobresalto: ojos velados, dispositivo analógico cegado. Plumaje. De hinojos sin rezos, sólo el momento irrepetible. Chihuahua Capital.